Monday, April 03, 2006

Una vez soñé con un perro



Antes de que ocurriera aquel triste acontecimiento que todos sabemos, era lo que la sociedad de hoy se permite llamar "feliz".
Él siempre quiso ser pintor, y ¡qué ironía!, la vida le había llevado a ser enterrador. Procuraba sacar un rato, quizás unos minutos al día para hacer unos trazos y así no perder el escaso manejo que alguna vez tuvo.
Con su sacapuntas en una mano, su lápiz blando en la otra y su cuidado cuaderno sobre la rodilla trazaba unas líneas que terminaban convirtiéndose por arte de Birli Birloque en un paisaje, una mujer, una ciudad; en definitiva, algo más que aquellas simples líneas.
Le gustaba sobre todo pintar nubes, aunque alguna vez que otra se atrevía con caras. Las caras resultaban más difíciles que las nubes, pero no mucho más, solía argumentar.
Hablar, ¡qué hablar! Oir siquiera mentar el arte abstracto le ponía negro. Pensaba que su mayor fracaso había sido no haber nacido unos veinte años antes. El arte que le había tocado vivir era tan decadente, decía. No necesitaba irse a los tiempos de Rafael y Miguel Ángel. No necesitaba retroceder ni siquiera hasta los impresionistas, ni hasta Picasso, le hubiera bastado nacer unas décadas antes, allá por los años cincuenta.
El cuadro del que estaba más orgulloso se titulaba "Una vez soñé con un perro" y en el aparecía una mujer vestida de fiesta, junto con un sol y una luna, y por supuesto un perro. Cada vez que iba a su casa me repetía la historia de aquel cuadro, cuyo final cambiaba con una frecuencia semanal.
-Ramón -me contaba-. La noche después del entierro de aquella actriz, soñé con ella, con que el accidente había sido sólo un susto. Había despertado, nos habíamos conocido, nos habíamos hecho amigos y ahora posaba para mí.
-Sabes, Ramón. Aquel invierno en que llegó al cementerio aquella actriz tan guapa tuve un sueño, un mal sueño, así que me levante y me puse a pintar. Y ahí está mi cuadro preferido...
-Ramón. Si yo hubiera conocido una mujer tan guapa como la actriz del cuadro, y que pena cuando llegó al cementerio...