Thursday, March 29, 2007

A solas


A Silvia, la chica de Marte...
Y te vas,
sin decirme,
sin ni siquiera dejar una bandera
te vas.

Y te vas,
y allí estoy yo-pájaro
esperando tu sonrisa de pan,
revoloteando a tu alrededor,
revoloteando sobre mi ombligo,
sin saber aún que tú
te irás.

Y te acercas a mi mejilla,
y me acuerdo del mar
del cíclico ir y venir de las olas.
Y entonces una lágrima te resbala
y yo me siento tan inútil
por no decirte lo que quiero decirte
amor.

Friday, March 23, 2007

Chica bonita


Escucho: Hiroshima mon amour (The Church)

Te miro y pienso que la ciudad,
el sol,
las estrellas,
el mar y el horizonte
están ahí solo para ti,
chica bonita.

Que el viento se creo para mecer tu pelo,
que las manos para acariciar tu cuerpo,
que el rosa fue hecho solo para tu sonrisa
y el azul solo para tus tristezas.

Pienso que el mundo rueda para ti,
que los pájaros para ti silban
que las flores para ti,
sólo para ti, salen
chica bonita.

Que los poemas,
que las canciones,
que las palabras
y hasta los números
para ti fueron creados.

Y luego pasas,
(llega la noche)
y no te das cuenta
de que mientras frotas tus manos
hay en las esquinas huracanes,
de que mientras me rozas leve,
como volando,
los lagos se secan.
No ves que cuando te vas
el sol se va,
el mar se va
y hasta se ocultan las estrellas...


(Elías Bellido)

Monday, March 19, 2007

Jimena




Me gusta Jimena,
cuando llega la noche y abrimos la ventana
y te sientas en mi regazo
y señalas las luces de los aviones
y lanzas besos a las estrellas.


Me gusta mi flor,
cuando levantas tus pequeñas manos en son de sorpresa,
me gusta cuando te agarras, protegida, a mis piernas.
Me gusta oir tu risa de fuente por el pasillo
y mirarte de perfil cuando no te das cuenta
y perderme en tus dos lagos.
Me gusta que juegues con mis gafas,
que enciendas el ordenador perpleja
y acurrucarme contigo
y dar vueltas los dos por el suelo como una bola.

Me gusta Jimena
ver tus primeros pasos, trabucada y valiente.
Me gusta ver como duermes,
y como abrazas a tu madre.
Me gustan tus regalos de esponja,
y ver como coges los colores con tu mano,
y cómo pasas, delicada, las hojas de los libros,
y cómo cortas las flores, y tocas a las hormigas.

Me gusta cariño,
cuando aprendemos palabras...
las miles de palabras que tú me señalas:
enchufe, bombilla, prismáticos...

Por mi mejilla están resbalándoseme dos lágrimas
de alegría hija,
de poder entrelazar mis dedos entre tus caracoles dorados.

(Elías Bellido)

Sunday, March 18, 2007

Sirenas


En mi mente se agitan sirenas

Friday, March 16, 2007

Problemas


Para mirarte miro a través de la ventana.
Para besarte encierro mis ojos y me duermo.
Paso las horas a tu lado, pensando que tú me piensas
y pensando pienso que no me has traído más que problemas.

Los días los regalo,
las semanas, los años, de nada ya me valen.
Solo quiero para mí los segundos en que
en mi barriga vuelan mariposas,
a tu paso.
¿Ves?

No me has traído más que problemas.


Quiero,
quiero abarcar tanto, quiero no quererte,

quiero decirte que,
pero debo callarte y así quererme.

Quiero,
abrirme el pecho en canal
y de allí sacarte,
y quiero decirte que,
pero no te digo porque no debo.
No me has traído más que problemas.


Y es que tu mirar de máquina,
me ha descolocado las horas.
Tu mirar ridículo,
me ha devuelto los rabillos de lagartija.
Tus silencios
me han recordado el sabor a labio,
tus recelos
el sentido de las canciones,
y tu llegada
no me ha traído más que
poemas...

(Elías Bellido)

Thursday, March 08, 2007

La mirada de la Luna

Fue como por error, pero el caso es que fue.
Antes de aquello ella era una chica, una chica bonita nada más. Una chica que rondaba por allí, que se cruzaba a deshora, que pasaba como a escondidas, como un río, como la luna... Sí, eso es, como la luna, allí en lo alto cada noche, distante y fría, cautivadora.
Recuerdo que una vez Leinad -qué cabrón el tal Leinad, para hacer con él un libro-, dijo algo acerca de ella. Estábamos todos juntos comiendo en aquel garito cuando ella paso de largo y él me dijo algo así como que prefería tenerla a ella antes que a mí, allí sentada a su lado, -que cabrón el tal Leinad-. Recuerdo que yo entonces pensé que no era para tanto. Ni siquiera, pensé, es bonita. Con su camisa de pico bajo el jersey, su figura delgada, su risa de tebeo... Os aseguro que no era para tanto.
Y pasó, pasaron aquellos segundos, aquella mirada de asentimiento, de traspaso, y desde entonces no la puedo mirar más que de reojo, parpadeando, embelesado, como un profundo idiota...