Wednesday, November 22, 2006



A morir...
Me voy acostumbrando.

Friday, October 13, 2006

El poeta del tiempo




[Escucho: Banda sonora de Marco Polo de Ennio Morricone]

A tu puerta llamo,
soy el triste poeta del tiempo,
de ese tiempo que no existe,
que no se deja tocar, ni medir, ni pesar,
(no nos engañemos)
pero que no por eso deja de pasar,
inexorable,
de matar.

¡Ábreme!
que te traigo el recuerdo.
Que me viene quemando la carga.
Que se me descoyuntan los huesos.


¡Ábridme!
que os traigo la última esperanza.
Vastos hombres, mujeres como frutas rotundas,
os traigo poemas cargados de nostalgia.
Os traigo aforismos y refranes:
lo bueno si breve...
visteme despacio...
lee como si la muerte no fuera contigo...

A tu puerta llamo, amigo.
Déjame pasar a tu casa y echemos un último trago,
¿no ves que soy el maldito poeta del tiempo?

Monday, August 21, 2006

Lulú o la caja de Pandora (A Wedekind y Alban Berg, víctimas)

Lulú es un torbellino, todos van a morir a su centro de gravedad, todas las mareas convergen en su ombligo, todos los hombres, todas las mujeres tiemblan al verla.
¡Tiembla Clitemestra! ¡Avergüénzate Edipo! ¡Toca ya las campanitas mágicas, Papagemo!
Lulú es un halcón de mirada tierna, todos vosotros sus palomas.
Lulú esconde en su boca un escorpión, ¡qué veneno más dulce!
Amigo, si te la encuentras, no la mires, corre, huye, refúgiate en algún templo cercano... Atila, la femme, Lulú, por donde ella pasa el amor pierde su sentido.

Monday, April 03, 2006

Una vez soñé con un perro



Antes de que ocurriera aquel triste acontecimiento que todos sabemos, era lo que la sociedad de hoy se permite llamar "feliz".
Él siempre quiso ser pintor, y ¡qué ironía!, la vida le había llevado a ser enterrador. Procuraba sacar un rato, quizás unos minutos al día para hacer unos trazos y así no perder el escaso manejo que alguna vez tuvo.
Con su sacapuntas en una mano, su lápiz blando en la otra y su cuidado cuaderno sobre la rodilla trazaba unas líneas que terminaban convirtiéndose por arte de Birli Birloque en un paisaje, una mujer, una ciudad; en definitiva, algo más que aquellas simples líneas.
Le gustaba sobre todo pintar nubes, aunque alguna vez que otra se atrevía con caras. Las caras resultaban más difíciles que las nubes, pero no mucho más, solía argumentar.
Hablar, ¡qué hablar! Oir siquiera mentar el arte abstracto le ponía negro. Pensaba que su mayor fracaso había sido no haber nacido unos veinte años antes. El arte que le había tocado vivir era tan decadente, decía. No necesitaba irse a los tiempos de Rafael y Miguel Ángel. No necesitaba retroceder ni siquiera hasta los impresionistas, ni hasta Picasso, le hubiera bastado nacer unas décadas antes, allá por los años cincuenta.
El cuadro del que estaba más orgulloso se titulaba "Una vez soñé con un perro" y en el aparecía una mujer vestida de fiesta, junto con un sol y una luna, y por supuesto un perro. Cada vez que iba a su casa me repetía la historia de aquel cuadro, cuyo final cambiaba con una frecuencia semanal.
-Ramón -me contaba-. La noche después del entierro de aquella actriz, soñé con ella, con que el accidente había sido sólo un susto. Había despertado, nos habíamos conocido, nos habíamos hecho amigos y ahora posaba para mí.
-Sabes, Ramón. Aquel invierno en que llegó al cementerio aquella actriz tan guapa tuve un sueño, un mal sueño, así que me levante y me puse a pintar. Y ahí está mi cuadro preferido...
-Ramón. Si yo hubiera conocido una mujer tan guapa como la actriz del cuadro, y que pena cuando llegó al cementerio...

Tuesday, March 21, 2006

Para que yo me llame Ramón Gesto, para que mi ser pese sobre el suelo...


A veces bajo de las nubes y es lo peor. Es entonces cuando me pregunto por qué no han vuelto a poner aquella serie, la de Marco Polo, la de las bellas melodías.
A veces salgo a ver cuadros. Los Domingos son unos días de lo más triste, y sin embargo, cuando salgo a ver cuadros... bueno, mejor un Sábado y que llueva.
Mi mesita de noche me invade, ¡que gusto poder dormir junto a tus relatos preferidos! Libros con portadas de colores a un tiro de mano.
Valgo más por lo que callo aunque a veces no me resisto, me inflamo y escupo.
Tengo una flor y un árbol, tuve un almendro en flor y ahora tengo una flor y un árbol.
El giro del mundo no sería nada sin música, y no digo nada nuevo.
Creo... no me preguntéis por qué... creo. ¡Ojalá mi fe fuera de la escala de mi ego! ¡Ojalá mis fuerzas las Tuyas!
El giro del mundo sería un movimiento rectilineo uniforme sin la poesía. Poesía eres tú.
Y me duele la vida, aunque pase desapercibido por ella, me duele...
¡Ay Ángel! ¡Angel González!

Monday, February 06, 2006

No somos más que farsa

Ya no recuerdo cómo estaba el cielo.
Ni si el mar silbaba o si mataba hombres rudos,
aquella noche en que juntos vimos pasar el tren
desde tu azotea.
Me asomo a la ventana y contemplo
-justo antes de que me invada esa tristeza-
una ciudad magnífica, toda poblada de canales,
una nueva Bizancio sobre la que se detenían las estrellas.


Alucinación de aquel Sur,
sueño de tierra salada donde dejé mis manos,
mis ojos marcados para siempre con su luz
-esa luz que mata-
aquellos amores que me duelen hondo,
el primer beso,
la lágrima de mi madre.


Y al ritmo de la ciudad
mi cara va cambiando.
La ciudad se contamina,
y mi carne fluye.
Cada cadaver matutino
una arruga, una tacha.

Voy siguiendo la sinfonía
adormecido por el sueño de la razón
y por el dulce nectar de los sentidos.
Y abandono este mundo
sin volver la cara atrás
no sea que al final me arrepienta.

Somos tan estúpidos,
no darnos cuenta de que todo es una farsa...

(Elías Bellido, 2006)

Saturday, January 28, 2006

El efecto Mariposa (una historia en torno a un cuadro de Guillermo Pérez Villalta)


Conoceréis la historia sobre el vuelo de la mariposa... esa de que un movimiento de las alas del animal puede cambiar la historia del mundo. Pues bien, ella se había basado en todo aquello para dar aquel paso.
Conocía a aquel pintor desde su adolescencia, había visto sus dos exposiciones antológicas y se había imaginado como iba progresando la obra de aquel hombre que ahora rozaba la temida edad que nos separa de la madurez y nos acerca irremediablemente a la muerte. Sus vidas tenían ciertos paralelismos, ambos habían nacido muy al sur, allí donde el Levante vuelve locas a las personas y enfurruña a los niños. Los dos tenían algo que ver con la ciencia de Vitrubio, más por amor que por dedicación. Los dos temían escapar del mundo.
Unas semanas antes, con sus ahorros, aquellos que le quedaban tras despedirla de su anterior trabajo, y tras convencer a su marido para que aquel cuadro entrara en su casa -su marido... como pasaba el tiempo- habían decidido comprarlo. Era pequeño, del tamaño de una carpeta y en él se representaba un nido con tres huevos flanqueado en primer plano por dos árboles. Por detrás, en sus correspondientes tonos azules-distancia, se asomaba como espiando un paisaje enigmático, una montaña-fantasma sobrevolada por pájaros.
Volviendo a lo de la mariposa y sus alas... Resultó que su librera, que le había escuchado hablar a menudo del artista le dijo que a la vuelta, a pocos metros de su lugar de trabajo el pintor barbado acababa de celebrar una exposición.
Cuando ella llegó ya no había ya nada, todo estaba desmontado, las paredes vacías por lo que se había llevado una gran desilusión. Más por salir de aquel mal trago, perdida como se encontraba en aquella galería minimalista, más por justificar su presencia, inquirió al encargado allí presente.
- Se acabó señorita, precisamente el día de ayer. Una lástima, la exposición ha sido un éxito -comentó aquel chicho trajeado.- Pero... quedan dos cuadros por vender, dos cuadros que se reservaron pero que no se compraron. Dos cuadros que podría enseñarle...
Días más tarde colocó el cuadro en lo alto de una de sus estanterías, y para que no se cayera se inventó un pequeño artilugio hecho con cinta adhesiva y una goma de borrar. Pero... cosas del destino, resultó que aquel "Paisaje con nido" no estaba firmado, había sido el único olvidado por el pintor. Así que la galería pidió a aquel artista, un poco grueso y despistado, al amigo de Dionisos, que tenía su estudio en el sur que se pasara a firmarlo.
Una noche, ya tarde, a ella le pareció cruzárselo por la acera mientras caminaba por un conocido barrio donde se concentraban muchas galerías. Sorprendida se detuvo de golpe y siguió sus pasos. El hombre que vestía de una manera informal, con unos colores chocantes caminaba con prisa. Se detuvo en un escaparate de una tienda de muebles de diseño, su mirada recorrió como en una ese todos los objetos color de plata que allí se exhibían y rápidamente volvío a reanudar la marcha.
Una mañaba la llamaron. La ocasión estaba servida, aquel hombre se presentaría en la galería y ella tenía que hacer algo, algo, y penso en lo de la mariposa. Bajó corriendo de nuevo a la librería y encontró uno de sus libros favoritos, uno sobre la catedral de Florencia, sobre el genio de Brunelleschi. Lo compró, le puso una dedicatoria y nerviosa volvió a la galería. Era un regalo para aquel artista que tanto la cautivava, era el aleteo de la mariposa y ahora sólo quedaba esperar a que girara el mundo.

Saturday, January 21, 2006

Creo recordar


Decidí pasar aquella tarde viendo cuadros. Bajando las escaleras tenías desde los primitivos italianos hasta el retrato de Giacometti... que más se puede pedir... pero había pocas horas...
Cuando estaba en la librería se acercó a mí una chica muy uniformada que me instó a abandonar la tienda. Nos cerraron a cal y canto, nos echaron a todos, parecíamos gallinas guiadas fuera del corral. Sólo los guardas y algúna que otra mujer de la limpieza se quedarían allí, a disfrutar del Greco, de Renoir, de Gaugin, de Feininger, de Dalí, y sobre todo de aquel magnífico Ribera, aquella Virgen, aquel Cristo muerto...
Luego a la vuelta era de noche y la tortuosa ciudad se me echó encima. Llovió durante todo el camino. Tenía todavía aquel resfriado, aquel alquitran dentro de mi nariz, el autobús no llegaba y la vorágine de almas con caras de perro me acosaba por todas partes.
Creo recordar que aquella misma noche acabé uno de los cuadros que más me gustan, aquel de la chica que lleva un vestido azul y tiene los brazos levantados.