Thursday, March 08, 2007

La mirada de la Luna

Fue como por error, pero el caso es que fue.
Antes de aquello ella era una chica, una chica bonita nada más. Una chica que rondaba por allí, que se cruzaba a deshora, que pasaba como a escondidas, como un río, como la luna... Sí, eso es, como la luna, allí en lo alto cada noche, distante y fría, cautivadora.
Recuerdo que una vez Leinad -qué cabrón el tal Leinad, para hacer con él un libro-, dijo algo acerca de ella. Estábamos todos juntos comiendo en aquel garito cuando ella paso de largo y él me dijo algo así como que prefería tenerla a ella antes que a mí, allí sentada a su lado, -que cabrón el tal Leinad-. Recuerdo que yo entonces pensé que no era para tanto. Ni siquiera, pensé, es bonita. Con su camisa de pico bajo el jersey, su figura delgada, su risa de tebeo... Os aseguro que no era para tanto.
Y pasó, pasaron aquellos segundos, aquella mirada de asentimiento, de traspaso, y desde entonces no la puedo mirar más que de reojo, parpadeando, embelesado, como un profundo idiota...

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