(Escucho: Me cuesta tanto olvidarte, de Mecano)
A ti, emperatriz, por aquellos instantes...
Era domingo
y en la sombra de aquel túnel,
el húmedo del mar se entretenía con tu pelo.
Era un domingo de otoño,
y allí, en aquel sórdido túnel,
estabas tú,
tus ojos de rocío,
tu perfume de sal
y el viento.
Era un domingo,
un domingo cualquiera,
había llovido,
y estábamos juntos,
riendo,
temblando,
henchidos de amor.
Elías Bellido, Madrid, Marzo 2011
Saturday, March 12, 2011
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